En lo que fue el superclásico más esperado del año, el equipo de Julio César Falcioni se quedó con el primer cotejo del verano, y terminó demostrando la diferencia de categoría entre uno y otro equipo.
River había arrancado mejor. En los primeros 5 minutos, tuvo cuatro situaciones claras de gol: una de Sánchez, otra de Cavenaghi y dos de Funes Mori. Pero enseguida, en la primera vez que Boca logró cruzar la mitad de la cancha, llegó el primer gol: mal pase de Arano, asistencia de Sosa a Mouche (en fino offside), desborde y centro impecable para el gran cabezazo de Nico Blandi. Ese 1-0 golpeó anímicamente a River y cambió la ecuación del partido.
Y claro, Boca creció. Creció a partir de la gran tarea de los volantes (sobre todo de Ledesma, gran partido en su vuelta) y River entró en una crisis de nervios. El Chori Domínguez, que había arrancado como para ser una de las figuras del clásico, impotente porque no le habían cobrado una falta, le entró feo a Ledesma, lo amonestaron, se sacó con Abal con empujones, y el árbitro lo mandó a las duchas. A los 25 minutos, el equipo de Almeyda se quedó sin el generador de juego y le costó mucho más. Enseguida, Cavenaghi se enojó con el propio Ledesma porque tiró un caño, lo prepoteó y lo manoteó, en una acción también merecedora de tarjeta.
Para el segundo tiempo, el Pelado pateó el tablero: metió a Trezeguet, juntándolo con Cavenaghi y Funes Mori, y dejando sólo tres defensores (salió Arano, de muy flojo partido). Pero esto no le resultó, River jugó a tirar centros a la bartola, no generaba juego tras la expulsión del Chori, y esos centros fueron una papita para Schiavi y compañía. Después Boca sufrió la expulsión por doble amarilla de Roncaglia (pese a esto hizo un muy buen partido jugando de 3), y ahí Falcioni metió al juvenil Sánchez Miño por Mouche, sacando un arma clave para la contra, pero cuidándose de las posibles embestidas de Trezeguet y compañía (a propósito, el francoargentino casi no tocó la pelota). El equipo de Almeyda tuvo dos situaciones más (un remate de Cavenaghi muy desviado y un cabezazo de Maidana) y nada más. Enseguida, a los 31 minutos llegó el segundo de Boca, con un desborde muy bueno de Colazo, ¡por la derecha!, centro de la muerte, y Blandi que sólo tuvo q empujarla. Doblete del goleador que no iba a jugar y aprovechó su chance por los percances de Cvitanich y Silva.
Boca hizo pesar su jerarquía, su solidez, su estirpe, y River jugó pasado de revoluciones un partido que lo empezó a jugar de boquilla 20 días antes (declaraciones picantes del Chori, Sánchez, etc). El domingo se viene la revancha en Mendoza, pero hoy el hincha de Boca disfruta como nunca. Y River, claro, sufre como nunca.
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