sábado, 24 de noviembre de 2018

La Copa de la vergüenza

Una tristeza. La verdad que me da ganas de llorar todo lo que se vivió hoy en el Monumental. Un partido desnaturalizado desde que la policía, cómplice de unos energúmenos (lo peor es que eran hinchas comunes) liberó la zona del acceso del micro de Boca para que les tiraran piedras y gas pimienta. Una locura. Con jugadores visiblemente afectados por las roturas de los vidrios, con heridas cortantes y con problemas respiratorios debido al gas. Pablo Pérez y el juvenil Lamardo teniendo que ir al hospital porque las astillas les entraron en el ojo. El chofer del micro descompuesto por los gases, teniendo que ser atendido también. Una Conmebol absolutamente nefasta, que le importó un carajo la salud de los jugadores, tardó una barbaridad en suspender el partido sabiendo que los jugadores de Boca no estaban en condiciones de jugar. Una FIFA NEFASTA, porque ni su presidente Infantino, presente en el estadio se solidarizó con el plantel xeneize y quiso obligarlo a jugar amenazándolo con perder los puntos. Tevez (uno de los que vomitó en el vestuario por los efectos del gas) manifestando que ningún jugador de River se solidarizó para ver cómo estaban sus compañeros. Corridas en el anillo del Monumental, con un casi peligroso acceso al vestuario visitante que por suerte no fue tal. Y un sinfín de barbaridades más. Todo esto que estoy contando es muchísimo peor que el gas pimienta del 2015 que tiró el enfermo mental del Panadero, el cual debería estar preso. Eso también fue una vergüenza y un bochorno, pero esto fue un desmadre absoluto.

A mí realmente me asusta la sociedad en la que estamos inmersos. Porque esto no es un problema del fútbol o del ambiente deportivo, sino de la realidad cotidiana. Y el presidente Macri quería que se juegue con público visitante...menos mal que en este país todavía hay gente con una mínima cuota de sensatez que no le dio pelota a los delirios de este señor que no sabe dónde está parado. Realmente hay que ser bruto o un completo ignorante para no darse cuenta de que todas estas barbaridades podían suceder AÚN sin público visitante. Y lo peor de todo es que los organismos de seguridad y los entes deportivos no puede organizar ni un asado para seis personas. Son una banda de incompetentes y/o corruptos, que lo único que les interesa son la plata, los negocios y les importa un pito la salud de los verdaderos protagonistas del espectáculo. Y lo peor de todo es que la FIFA, que se jacta de ser limpia, de que los dirigentes son ejemplares, están mezclados en este desaguisado de incompetencia y corrupción. Aunque finalmente el partido haya sido suspendido, todos estos dirigentes cómplices de esta barbarie, deberían RENUNCIAR. Y darle paso a gente sana, que acabe con los inadaptados y ame el fútbol de verdad y no la guita. Ahora dicen que el partido se jugaría mañana a las 17 hs y con público, cosa que sería una locura. Otra vez exponer a los jugadores de Boca a que los caguen a piedrazos con complicidad de la policía, con posibilidades de que les tiren gas pimienta, que haya otros afectados. Es inaudito si el partido se juega mañana en el Monumental. El partido debería jugarse otro día, en otro estadio y a puertas cerradas. Porque por algo menor que esto, a Boca lo descalificaron en el 2015. El jueves clausuraron la Bombonera por un exceso de capacidad de gente que la llenó en apoyo al plantel en un entrenamento abierto. Si con todos estos descalabros Larreta no clausura inmediatamente la cancha de River, esto es joda. O el pelado es uno de los tantos anti Boca que hay en este país.

Hay que rescatar que River se solidarizó con las agresiones y no buscó sacar ventaja deportiva pese a las presiones de la Conmebol y de la FIFA. Y está muy bien porque ellos vivieron algo similar en el 2015 y ninguno de Boca se solidarizó, eh...Eso también hay que decirlo. Pero eso pasó hace tres años y medio y la situación hoy es más grave, porque la sociedad es mucho más violenta. Y yo creo que no se puede comparar una cosa con otra. Desnaturalizaron la final más hermosa del mundo. Esta Copa Libertadores está teniendo un final acorde a todos los papelones que tuvieron en todo el año. Este PAPELÓN con todas las letras y en mayúsculas, no le puede salir gratis a River, más allá de la solidaridad que mostró su plantel.

Si no empiezan a tomar cartas en el asunto en serio todos los organismos, un día vamos a lamentar una tragedia. No quiero ser dramático, pero vamos a llegar a que maten a un jugador. De los medios ni me gasto en hablar, son patéticos algunos queriendo justificar este delirio incontrolable. Ahora yo me pregunto: ¿algún hincha de River con un poco de sentido común festejaría un hipotético triunfo cuando se juegue la revancha? A mí me daría vergüenza ajena, la verdad. Esta Copa está manchada con heridas y con el mismo gas pimienta por el que ellos se burlaron en el 2015. Por supuesto que en caso de que gane River va a haber idiotas que festejen esto, pero a mí no me mueve un pelo. Porque festejar una Copa manchada con heridas, creo que es hasta peor que descender. Y de esas cosas nunca se vuelve. Me daría hasta risa.

Yo, pese a la bronca e impotencia que tengo, estoy muy tranquilo. ¿Saben por qué? Porque ese grupo de energúmenos que hirió a los jugadores y la incompetencia de la Conmebol y de la FIFA nos engrandecen más. Porque Boca hizo todo bien y River hizo papelones durante toda la Copa. Entonces no tiene sentido ponerse nervioso por una final desnaturalizada. No sé cuando se jugará la revancha, ni en qué estadio, si con público o sin público. Los jugadores seguramente van a dejar todo en la cancha. Pero aunque perdamos, yo me voy a sentir orgulloso del plantel y de ser hincha de este club. Porque ellos hoy demostraron ser (salvo los sensatos) todo lo que no queremos ser. Estamos solos ante la Conmebol, ante la FIFA y ante todos. Y ganar esta final sería una victoria incomparable para nosotros, y sé que los jugadores van a hacer todo lo posible para que así sea. Como quien dice, el polvo más grande de la historia. Ellos no van a poder decir lo mismo. Una vez más lo repito: ¡Qué distintos somos! ¡Aguante Boca carajo!

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