Vital triunfo. Tras los dos pobres empates consecutivos, el conjunto de Bianchi volvió a la victoria, justamente en Victoria.
Boca no jugó para nada bien. No tuvo fútbol ni peligrosidad ofensiva en el primer tiempo (excepto por el chico Acosta, que pegó un tiro en el palo) y sufrió horrores en defensa. Lo salvó una vez más Agustín Orión, que le tapó un claro cara a cara a Nahuelpán y un tiro libre venenoso a Pérez García. El problema de Boca no está en la defensa, sino en el retroceso, y no lo pagó yéndose derrotado al descanso porque lo que le sobra es arquero. Además, con la salida de Gigliotti, tuvo más anemia ofensiva que la que acostumbra. ¿Qué mérito deportivo hizo Riaño para ser titular? Por favor, es impresentable. No aguanta la pelota, tira masitas al arco y es un autito chocador. Basta de este pibe. Gigliotti es Batistuta al lado de él.
En el complemento, ya Tigre no llegó tanto, pero la falta de fluidez ofensiva y de circulación de Boca, fue exasperante. Para colmo, Bianchi le erró con los cambios, sacando al pibe Acosta (lo mejor del equipo), dejando a Riaño los 90 minutos no se sabe para qué, y metiendo al otro impresentable de Ledesma para sacar a Erbes. Parecía que se moría en un 0-0, porque el local ya no exigió tanto a Orión. Pero...a los 45 minutos, el 10 frotó la lámpara. Riquelme recibió en tres cuartos, apuntó y midió el remate que se clavó a media altura del palo derecho de Javi García, que nada pudo hacer. Justo cuando los dirigentes dudan de renovarle su contrato. No se sabe qué será de la vida de Román a partir de junio. Y es cierto que físicamente ya no es el de antes. Pero todavía puede hacer cosas propias de sus mejores tiempos, como su golazo de anoche.
Boca volvió al triunfo, clave en su lucha para clasificar a la Copa Sudamericana. Está lejos en el torneo, pero el objetivo de volver a un torneo continental está cada vez más cerca, pese a lo mal que juega el equipo. Después se verá cómo se refunda el plantel.
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