miércoles, 25 de noviembre de 2020

Adiós Diego, gracias eternas...

 Empiezo a escribir estas líneas sumido en una profunda conmoción y un profundo dolor. Hoy sucedió lo que a los futboleros y amamos tanto este deporte y nuestro país, nos destroza el corazón. La noticia que nadie quería dar, ni mucho menos escuchar. Lamentablemente Diego Armando Maradona falleció, tras no poder superar un paro cardiorrespiratorio. El país y el mundo del fútbol estamos todos de luto.

Yo nací justo en 1986, año en que Diego nos dio la máxima alegría de nuestras vidas, y en Italia 90 era muy chico, lo vi del Mundial 94 en adelante. Pero a medida que me hice fanático del fútbol, de Boca, me empecé a empapar de lo que fue este mito...el cebollita que soñaba con jugar un Mundial y consagrarse en Primera, como decía la emotiva canción del inolvidable Potro Rodrigo. El chiquilín que debutó en la primera de Argentinos cuando aún no había cumplido 16 años, el campeón mundial juvenil que en Japón canalizó la frustración de no haber podido jugar el Mundial 78. El que pasó a Boca en 1981 después de coquetear con River y fue pieza clave para lograr el Metropolitano, con un inolvidable golazo al Pato Fillol. Que le hizo frente a la barra del Abuelo en una apretada poco antes de finalizar ese torneo. Que cayó en la cuenta de su popularidad poco tiempo después, cuando en una gira por Costa de Marfil, un nativo de allá se acercó y lo llamó "Pelusa", el apodo de su infancia y que incluso lo hizo pensar en dejar el fútbol.

Después vino la frustración del Mundial de España, la venta al Barcelona, la hepatitis, la fractura de tobillo por una patada criminal de Andoni Goicoetxea, el desarraigo, el comienzo de las tentaciones, el renacer en Nápoles, la gloria en la selección, con la Mano de Dios y el gol del siglo, el doblete a Bélgica, la asistencia para el gol del triunfo a Burruchaga contra Alemania, scudettos y Copa UEFA con el Napoli, el Mundial de Italia donde con un tobillo destrozado gambeteó a los brasileños para el gol de Caniggia, eliminando al local justo en el San Paolo y llorando por perder la final contra los alemanes.

El destierro en Italia, el dóping positivo y la consecuente suspensión, el allanamiento en Caballito, su renacer en Sevilla y Newell´s, idas y vueltas con la selección de Basile, el Mundial 94 y las piernas cortadas a él y a todos nosotros, otra suspensión. Su breve incursión en la dirección técnica en Mandiyú y Racing, la vuelta a Boca y el dolor de un campeonato que no pudo volver a repetir. Su último partido en el Monumental, con trunfo por 2-1 con gol de Martín Palermo y siendo reemplazado por Juan Román Riquelme. El inolvidable homenaje en la Bombonera con la pelota que no se mancha

Después, las adicciones, estar al borde de la muerte muchas veces, el renacer con La Noche del Diez (su mejor versión post retiro), la selección argentina como DT, el gol salvador de San Palermo, la clasificación en Montevideo con una catarata de exabruptos pidiendo sexo oral, la frustración en Sudáfrica 2010, el exilio en Dubai y en México y su última etapa como técnico de Gimnasia, pisando por última vez la Bombonera el 7 de marzo último, cuando Boca logró un muy festejado y casi inesperado título arrebatándoselo al eterno rival. Pero siempre con un elemento en común: sus entornos, sus fantasmas, sus adicciones, sus polémicas. Sus mujeres. Sus hijos. Es milagroso que Diego Armando Maradona haya llegado a los 60 años viviendo la ajetreada vida que tuvo desde los casi 16 años cuando debutó en primera. Nunca lo dejaron en paz, siempre lo exprimieron. Su vida fue casi un reality show. Fue la persona más conocida del planeta en época donde no existía la tecnología. Y a los que critican cosas de su vida, les pregunto ¿ustedes tendrán idea de lo que es no poder caminar tranquilo ni una cuadra desde los 15 años hasta los 60? Diego se ha equivocado muchas veces, nadie es perfecto. Pero a nadie le ha pasado lo que le pasó a él. Gambeteó una y otra vez, varias veces...hasta que su corazón dijo basta. Creíamos que era inmortal, con ese aura de D10S todopoderoso, pero llegó el día que no queríamos que llegue.

Veo las dedicatorias en redes sociales y estoy al borde de las lágrimas. Nunca te vamos a olvidar Diego. Siempre serás el pedazo más grande de la historia del fútbol argentino. Ojalá te dejen descansar en paz.

TE QUIERO DIEGO!



La arenga del Abuelo


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