Empate en La Paternal. El Xeneize igualó con el duro equipo de Caruso.
El partido dejó una sensación agridulce en el conjunto de Bianchi. Porque Boca intentó, se plantó en campo contrario, de la mano de Gago (lujoso, pero en cancha chica le costó tener más precisión), pero le faltó punch arriba. Tanto en la primera etapa como la segunda, contó con las chances más claras de un partido que fue de malo para abajo (la más clara fue la que Barisone le saca en la línea a Gigliotti). El mediocampo Xeneize funcionó bien, a excepción de S. Miño, que en casi todas sus decisiones resolvió mal, y abusó de la individual. El conjunto local no tuvo ideas para quebrar a Orión, y sólo complicó con alguna que otra pelota quieta.
Más allá de la sensación que se podía haber ganado, lo importante es que se mantuvo el arco en cero por segunda vez al hilo, y, otra cosa importante, el Chiqui Pérez no hizo extrañar al Cata Díaz. Se complementó bárbaro con Ribaír (que de zaguero volvió a ser impecable) y no tuvo dramas. Lo mismo el chico Zárate, que sustituyó al lesionado Insúa, y no tuvo complicaciones ni siquiera con el ingreso del Keko Villalva. Erbes fue de lo mejor de Boca. Aunque juegue en un puesto que no es el suyo, siempre derrama sacrificio y hasta se mandó al ataque un par de veces. La verdad, muy completo.
Boca quedó a 4 unidades de Newell´s, pero lejos quedó esa imagen pálida de Bahía Blanca. Pudo haber ganado, pero mientras espera el retorno de Riquelme, con orden y actitud, espera seguir dando pelea. Falta la mitad del torneo.
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