A pesar de estar lejos en el torneo, el equipo del Vasco sigue de racha. Con un mix, le ganó claramente al Halcón de Florencio Varela.
Los primeros quince minutos de la Vasconeta fueron maravillosos. Presión asfixiante en el mediocampo, fluidez en la generación de juego y contundencia para meter el primer gol (después de un penal que Pitana no le cobró a Carrizo): el Burrito Martínez escapó por la derecha a toda velocidad, y cuando creían que le serviría el gol a Gigliotti, sacó un derechazo rasante, cruzado, imposible para Pellegrino. A partir de allí, la posesión de la pelota se repartió más, y el Halcón tuvo una chance clara, pero apareció Agustín Orión, el héroe de Luque para taparla con "lo que más le duele a los hombres". Además, Boca tuvo que soportar la grave lesión de Lisandro Magallán (rotura de ligamentos cruzados) aunque el Chiqui Pérez entró bien. Y cuando el trámite era parejo, Pellegrino justo quiso hacerle un sombrerito a Martínez, Carrizo se la robó a un defensor y el Burrito, de gran momento, selló el 2-0 con un pase a la red tras el "tomá y hacelo" del Pachi.
Con esos condimentos, el partido estaba resuelto. Y a pesar de que en el complemento Arruabarrena cuidó piernas de cara al choque vs Cerro Porteño, pudo estirar la diferencia pese a no tener tanto el balón. Andrés Cubas fue titular por el desgarro de Erbes y se comió la cancha con despliegue, ubicuidad y precisión para darle siempre la pelota a un compañero. Gigliotti estuvo cerca del gol, y hasta Castellani entró con los botines finos. Dio la sensación de que Boca se sacó una mochila muy pesada tras haber eliminado al Capiatá. Y la confianza se recuperó rápido, porque cada llegada xeneize era medio gol. Lo evitó el propio Pellegrino un par de veces. Claro que también Orión evitó el descuento de Defensa sobre el final.
Boca ganó bien, y aunque sigue lejos del puntero River, sigue sumando en el torneo y sueña con alcanzar un nivel futbolístico que le permita pelear la Copa Sudamericana. Ahora aguardará la ida vs Cerro Porteño. La Vasconeta demuestra que hambre de gloria es lo que le sobra.
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