Gran victoria del Xeneize. En un partido donde se vio ampliamente superado por el conjunto chileno, los de Falcioni encontraron el triunfo sobre la hora con un cabezazo de Silva y se quedaron con la ida.
Boca jugó el peor partido de la Copa, y quizás del año. De entrada, los visitantes se animaron, abrieron las bandas (muy flojos Franco Sosa y Clemente) e inquietaron con sendos cabezazos de Emanuel Herrera, el punta al cual deberían agradecerle semejante falta de puntería. Después de las zozobras del comienzo, y de que el arquero Lobos le tapase un remate formidable a Riquelme, llegó la revancha del 10, a los 24 minutos: centro pasado de Ledesma para Clemente, el pelado la bajó de cabeza para Román, que jugó una pared rapidísima con Cvitanich y cruzó un zurdazo furibundo al segundo palo. Fue el 1-0, pero el Xeneize no justificaba su ventaja, y el gol no lo agrandó. El equipo de Sierra se siguió animando con la movilidad de Mauro Díaz (ex River), y de Sebastián Jaime, y los centrales estaban bastante erráticos, sobre todo Schiavi, que permitió que cabecearan tres veces casi en las narices de Orión (afortunadamente sin puntería). Para colmo, en la última jugada del primer tiempo, Ledesma trabó con Ampuero y se llevó la peor parte: tuvo que ser trasladado en camilla, y finalmente diagnosticaron un esguince en la rodilla derecha, lo que lo dejará un mes out. Pudo haber sido peor.
En la segunda mitad, con el ingreso de Rivero por el maltrecho Pablito, Boca siguió jugando con una pasmosidad exasperante, y cada vez que los chilenos cruzaban la mitad de la cancha, el equipo quedaba muy mal parado. A los 27 minutos, llegó el merecido empate: de un pelotazo largo, Franco Sosa la peinó para atrás, no hizo otra cosa que dejar a Jaime cara a cara con Orión, y el delantero, una de las figuras del partido, no perdonó. A partir de ahí, el Xeneize intentó reaccionar (Erviti pegó un tiro en el palo, y Silva un cabezazo desviado), pero no eran méritos suficientes para ganar el partido, a pesar del empuje. Sánchez Miño ingresó por Erbes y le dio un poco más de dinámica a un mediocampo muy estático, pero no alcanzaba (debió haber entrado antes). Hasta que a los 44 minutos, el ingresado Mouche peleó una pelota, jugó la pared con Riquelme, desbordó y sacó el centro de zurda para el cabezazo a la carrera de Santiago Silva, que lo gritó con toda la furia, e hizo delirar a la Bombonera, que estaba repleta y contó con la presencia de Martín Palermo en su palco. Era el 2-1 de un triunfo sufrido, agónico, parido, que los chilenos terminaron con 10 hombres: Scotti lo revoleó a Román por el aire, y el peruano Carrillo lo mandó a las duchas. Tras esto, llegó el pitazo final y el desahogo.
Desahogo porque no se jugó bien, se jugó muy mal, a pesar del triunfo. Boca se quedó con el primer chico, pero no debe confiarse: tiene una ventaja exigua, y deberá mejorar mucho si quiere alzar la Copa. Tuvo un premio demasiado generoso...
Clemente no bajó la pelota de cabeza en el primer gol, me equivoqué.
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